Bogotá se sigue rajando en indicadores de nutrición infantil

El próximo alcalde de Bogotá tiene un reto en esta materia dado que el panorama no es alentador.

La primera infancia es una etapa de vital importancia en el desarrollo físico y mental de cualquier ser humano. Durante los primeros seis años de vida, la salud y la calidad de vida de un niño están estrechamente vinculadas a su alimentación. Es por esto que, desde 2019, Bogotá Cómo Vamos, en colaboración con la Fundación Éxito, ha estado publicando anualmente un informe de seguimiento de la situación nutricional de la primera infancia en Bogotá. Este informe tiene como objetivo evaluar el progreso de la ciudad en relación con las metas propuestas por la alianza en el marco del Plan de Desarrollo Distrital 2020-2024. 

Entonces, ¿cómo vamos? Es inusual que Bogotá se quede rezagada en comparación con el promedio nacional en cuestiones de salud, pero por desgracia, este es precisamente el caso cuando se trata de la nutrición infantil. El informe de 2022 revela que la ciudad todavía tiene un largo camino por recorrer para garantizar una nutrición adecuada para los niños y niñas.

El informe se centra en cuatro indicadores clave conocidos como «los cuatro infaltables»: 

En 2022, solo se logró alcanzar la meta en uno de estos indicadores, mientras que los otros tres aún presentan desafíos significativos. El más preocupante es el «bajo peso al nacer», cuya meta era reducir la tasa de nacidos vivos con bajo peso al 12%, pero ha aumentado constantemente desde 2020, llegando al 15,2% en 2022. Otro indicador de preocupación es la «desnutrición crónica en la primera infancia», que experimentó una reversión de la tendencia al pasar del 11% de los menores de 6 años con desnutrición crónica en 2021 al 13,8% en 2022, alejándose de la meta del 10%. En el caso del «exceso de peso en menores de 5 años», se ha logrado progresar niños y niñas con exceso de peso al 4,2% en 2022, aunque aún queda trecho para alcanzar el objetivo del 3% 

Cuando analizamos estos datos a nivel local, se hacen evidentes las inequidades territoriales que ya conocíamos: el sur de la ciudad, en particular Usme y Ciudad Bolívar, muestra un rendimiento deficiente en estos indicadores. Esto confirma una vez más que la segregación socioespacial y las desigualdades estructurales tienen un impacto directo en todas las dimensiones de la calidad de vida de las personas. Ante este panorama, hacemos un llamado a los candidatos a la alcaldía para que consideren la situación nutricional de la primera infancia en sus programas de gobierno y en el posterior Plan de Desarrollo. 

En este contexto, el informe también proporciona una serie de recomendaciones concretas. Por un lado, es esencial mejorar la respuesta a la inflación de los alimentos que se ha experimentado en los últimos años. También debemos dirigir las ayudas y subsidios de manera más eficiente, y para lograrlo, es crucial mejorar la calidad de los datos recopilados. Finalmente, es crucial que pasemos de políticas enfocadas únicamente en los niños a políticas que aborden a la familia en su conjunto, ya que son los cuidadores quienes proporcionan la alimentación a los más pequeños. 

Este es un tema crítico para garantizar el Derecho a la Ciudad y cumplir con su premisa más importante: no dejar a nadie atrás.