En las últimas semanas los bogotanos hemos sido testigos de cómo un fuerte aguacero tiene efectos en nuestra rutina diaria. Cuando las vías se congestionan e inundan, el tráfico se dificulta, pasamos más tiempo en el vehículo o bus, y por ende no llegamos a tiempo a los compromisos programados con anterioridad. Para algunos, esta situación se repite año tras año por estos meses.
Es importante pensar qué se ha hecho para resolver estos problemas y qué responsabilidad tenemos como ciudadanos. De acuerdo con las cifras oficiales, Bogotá cuenta con una cobertura del 98% en alcantarillado. No obstante, algunos sectores en Ciudad Bolívar, Usme y Bosa aún no tienen este servicio.
Bogotá cuenta con una red de canales que ayudan a mitigar los efectos que pueden traer las lluvias, pero nunca será suficiente si el comportamiento ciudadano frente al manejo de desperdicios no mejora. Varias de las inundaciones se presentan por el taponamiento de la red de alcantarillado, y es que tras las intervenciones de limpieza, se han encontrado todo tipo de desechos: colchones, basura, escombros y hasta llantas. Imposible que estos objetos no terminen provocando inundaciones que son completamente prevenibles. Se estima que en promedio se extraen 6.000 toneladas al añode lodos y otros materiales por los equipos de mantenimiento.
A esto se suma, los vertimientos ilegales, por lo regular orgánicos, que reciben los ríos Salitre, Torca, Tunjuelo y Fucha. Fenómeno similar se presenta con los humedales.
No basta con que la ciudad cuente con un Plan de Saneamiento y Manejo de Vertimientos, si no cambiamos los comportamientos ciudadanos; de lo contrario, esta situación se seguirá repitiendo con peores consecuencias, por nuestra indiferencia.
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