Aunque las cifras de desnutrición aguda y crónica en menores de 5 años se mantienen estables, y en los últimos tres años no ha fallecido ningún infante por esta causa, persisten indicadores preocupantes que ameritan atención: 1,1% de niños con desnutrición aguda (bajo peso para la talla), 17,6% con desnutrición crónica (talla baja para la edad), 7,7% con riesgo de desnutrición aguda, 31,3% con riesgo de talla baja para la edad y 10,1% con exceso de peso, según cifras de la Secretaría de Salud del Distrito.
Mientras en 2008 se registraron 16 muertes por desnutrición en niños menores de 5 años y en 2009 se presentaron 17, en 2016 se registraron apenas 3 fallecimientos. En 2017 y 2018 no hubo ningún deceso, de acuerdo con datos oficiales.
Estos fueron algunos de los datos revelados, este miércoles, en la unidad de análisis sobre ‘desnutrición en menores de 5 años en Bogotá’, organizada por el programa Bogotá Cómo Vamos en alianza con la Facultad de Medicina de la Universidad de los Andes, la Pontificia Universidad Javeriana, la Fundación Universitaria Juan N. Corpas y el observatorio Así Vamos en Salud.
En el caso específico de la desnutrición aguda, en 2018 se notificaron 1.957 casos en Bogotá, de los cuales 1.607 fueron por desnutrición moderada y 350, severa. En cuanto a la desnutrición crónica, cifras de la Secretaría de Salud revelan que el año pasado se registraron 29.965 casos.
“Aunque en los últimos años no ha muerto ningún niño menor de 5 años por desnutrición, no podemos bajar la guardia, toda vez que los datos nos muestran que el retraso en la talla de los niños es mayor al promedio nacional, tenemos un sobrepeso del 10% y una desnutrición crónica del 17%”, afirma Omar Oróstegui Restrepo, director de Bogotá Cómo Vamos.
En 2018, se atendieron alrededor de 170.000 niños menores de 5 años en consultas de crecimiento y desarrollo, según la subsecretaria de salud, Patricia Arce. De otro lado, la funcionaria aclara que en por lo menos el 30 por ciento de los diagnósticos de desnutrición en consulta hay inconsistencias en las mediciones -es decir, fueron mal tomadas o mal registradas-, lo cual podría incidir en el número de casos de desnutrición.
Bajo peso al nacer, brechas de inequidad (vulnerabilidad social y económica), inadecuadas prácticas de alimentación y pautas de crianza, migración de población vulnerable y condiciones de enfermedades de base de los niños constituyen hoy los principales factores asociados a la desnutrición.
Ernesto Durán, médico pediatra, presidente de la regional Bogotá de la Sociedad Colombiana de Pediatría, considera que, si bien no existe un incremento crítico en los indicadores, preocupa que otras capitales del país muestren mejor situación nutricional. “También es preocupante que nazcan muchos niños con bajo peso y si esto no mejora, se afectan otros indicadores de salud. Sin embargo, destacamos que se han hecho esfuerzos importantes por detectar los casos de desnutrición y por hacerles seguimiento”.
Según datos de la Secretaría de Salud, la recuperación nutricional en menores de 1 año fue significativa durante 2018: cerca de un 30% de niños diagnosticados con desnutrición aguda pasaron a estar en riesgo de bajo peso para la talla y un 58%, a peso adecuado para la talla. De igual forma, un 29% pasó de talla baja (desnutrición crónica) a riesgo de talla baja y otro 29%, a talla adecuada.
“Es importante determinar cuántos niños con desnutrición crónica tienen antecedentes de bajo peso al nacer, cuáles son los factores asociados al bajo peso al nacer en la ciudad (incluyendo la contaminación del aire) e identificar cuántos niños con desnutrición aguda y crónica son migrantes venezolanos”, recomienda el doctor Luis Jorge Hernández, experto en salud pública de la Universidad de los Andes.
Entre 2016 y 2018, por ejemplo, la población venezolana tuvo un aumento de 3 a 75 casos de desnutrición crónica y entre 2017 y 2018, de 2 a 7 casos de desnutrición aguda, según datos de la Secretaría de Salud.
Mantener cero casos de mortalidad por desnutrición aguda para la ciudad; aumentar a 4 meses la mediana de lactancia materna exclusiva; monitorear el impacto de la migración extranjera en el estado nutricional; realizar ajustes a los sistemas de vigilancia que permitan identificar nacionalidad y otras características -como ingreso mensual de los padres y patologías de base- y mantener la articulación entre diferentes entidades distritales, algunos de los principales retos, enfatiza el Distrito.
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