La contaminación del aire en Bogotá sigue afectando de manera preocupante la salud de los ciudadanos, en especial la de los niños menores de cinco años. Uno de los efectos de la contaminación es la aparición de enfermedades respiratorias como la Infección Respiratoria Aguda (IRA) por la que en 2016 fallecieron 24 menores en la capital.
Desafortunadamente quienes están más expuestos son los niños que viven en los estratos bajos, una situación que aunque no es nueva, preocupa pues ha sido una constante desde hace diez años en la capital. Si bien las pequeñas partículas contaminantes conocidas como PM10 han disminuido, aún siguen siendo elevadas frente las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud que establece un máximo de 20 microgramos por metro cúbico. En Bogotá en 2016 se registró un PM10 de 45 y las zonas de mayor contaminación se ubicaron en el sur y suroccidente de la ciudad.
Bogotá tiene la responsabilidad de brindarles a sus niños mejores condiciones ambientales, teniendo en cuenta que, de los menores de cinco años que fallecieron por IRA, el 32% vivían cerca de vías de alto tráfico, el 25% cerca a fuentes contaminantes (polvo, humo, químicos) y 28% en viviendas que presentaban poca ventilación.
También es necesario trabajar en campañas de pedagogía frente a los riesgos de la contaminación para las familias más expuestas, ya que en el 18% de los hogares de los menores fallecidos se fumaba al interior de la vivienda, el 18% de los padres no conocían las señales de alarma y el 10% no buscó ayuda de forma oportuna.
A la Administración aún queda mucho trabajo por hacer: invertir en medios de transporte menos contaminantes, ser estrictos en la gestión de residuos industriales y avanzar en los modelos de monitoreo de la calidad del aire, solo así garantizaremos que el aire no siga siendo un peligro, en algunos casos mortal, para los ciudadanos, especialmente para nuestros niños.