Un metro para la gente

El pasaje del Metro debe ser competitivo de tal manera que se le ofrezcan alternativas a los pasajeros y, sobre todo, se desestimule el uso del vehículo privado.

Se ha hablado mucho de las implicaciones del Metro de Bogotá y, aunque es claro que es una necesidad, también vale la pena profundizar en los aspectos sociales pues de una u otra manera afectarán la calidad de vida de los bogotanos.

Se debe analizar la gestión social que involucra tanto a los dueños de los predios por donde pasará el Metro como de aquellos que se verán beneficiados por su cercanía a las estaciones. Esto implica compensación social, compra de terrenos, concertación con propietarios, valorización e impuestos, entre otros.

La construcción también afecta la movilidad y el ambiente pues en algunos tramos se tiene que levantar el pavimento, realizar excavaciones a cielo abierto y retirar arbolado; intervenciones que seguramente generarán grandes impactos.

El pasaje del Metro debe ser competitivo de tal manera que se le ofrezcan alternativas a los pasajeros y, sobre todo, se desestimule el uso del vehículo privado. No obstante cabe preguntarse si, al construirlo por etapas, la demanda estimada, sería menor a la original y afectaría la tarifa final al usuario.

El Metro mejorará nuestra calidad de vida aunque su construcción pueda afectar nuestra rutina diaria. Los responsables deben desarrollar planes de contingencia, mitigación y compensación con anterioridad y de manera eficiente.

Es necesario trabajar desde ya en una estrategia de comunicación que transmita avances, compromisos, acuerdos e implicaciones del proyecto en todas las dimensiones que este conlleva.