Una segunda oportunidad

En Bogotá Cómo Vamos no hacemos investigación que conduzca a encontrar casos de corrupción, nuestros informes están encaminados a revisar qué tan bien se sienten los ciudadanos en la capital y cómo las políticas públicas mejoran la calidad de vida de las personas. En efecto, en los últimos años hemos advertido sobre el creciente descontento de los bogotanos con la ciudad y cómo algunos indicadores particulares demuestran cómo la ciudad retrocedió o se estancó en los últimos años.

Las revelaciones de la Revista Semana demuestran que el llamado «Carrusel de la Contratación» tomó ventaja de la situación económica favorable de Bogotá y utilizó la administración pública para desviar importantes recursos, principalmente de infraestructura vial y salud, a privados. Los casos emblemáticos del descalabro de Bogotá son obvios: obras que se quedaron en el papel (las paralelas de la Avenida El Dorado, el intercambiador de la Avenida NQS con Carrera 19 y Calle 94, la Calle 153, la Avenida Santa Lucía), obras que tienen largos retrasos (las troncales de la Calle 26 y la Carrera 10), el desmembramiento de la red hospitalaria pública.

Los datos de los informes de Bogotá Cómo Vamos nos dicen mucho de la situación de Bogotá:

· En 2010, el 40% de la malla vial estaba en mal estado. Ese porcentaje creció a 51% en 2011.

· En 2008, la velocidad promedio de los usuarios del transporte público era de 23.4km/h. En 2011, esa misma cifra bajó a 19.2km/h. El 51% de los ciudadanos dijeron en la Encuesta de Percepción Ciudadana que gastaban más tiempo en sus recorridos por la ciudad.

· La tasa de vacunación bajó de 92% a 89% entre 2010 y 2011.

· Para el 34% de los bogotanos transcurren 11 o más días entre el momento que piden una cita y el día del servicio. Es el promedio más alto entre las Ciudades Cómo Vamos.

La situación de Bogotá fue particular. Por un lado, los organismos de control hicieron parte del esquema de control de las finanzas públicas;
por otro, la responsabilidad de ciudadanos, partidos políticos y medios de comunicación pareció no importar. Ahora que algunos estamentos de justicia y los medios de comunicación han hecho revelaciones sobre la forma cómo robaron a la ciudad tenemos que hacer un profundo ejercicio de reflexión que nos permita construir sobre lo destruido.

El primer bogotazo trajo destrucción y muerte inicial pero estuvo seguido de un ambicioso plan para renovar a la ciudad que le entregó buena parte de la infraestructura metropolitana con la que cuenta. Este segundo bogotazo, como lo llamaron los periodistas de Semanadebería servir para hacer un alto en el camino y pensar en qué ciudad queremos vivir y qué es lo que tenemos que hacer para vivir ahí.

Queremos que la ciudadanía participe en la construcción de la capital en la que quiere vivir y poder pensar en ejercicios en los que obliguemos a los políticos y a las instituciones a buscar ese futuro esperado.